LA GUERRILLA DE GANCHILLO ATACA ALICANTE Y LO TIÑE DE COLORIDO
El movimiento conocido como Urban Knitting o Guerrilla de ganchillo desembarcó el sábado en Alicante de la mano de un grupo de guerrilleras dispuestas a instalar en diversos elementos urbanos de la calle sus obras de ganchillo. Este movimiento, que reivindica el uso y mejora de espacios urbanos degradados, se articula a base de gente con mucho ánimo, ilusión y amor y que no piden nada a cambio salvo que se respeten sus obras en la calle pues no sólo no hacen daño a nadie sino que más bien alegran la vida de otras personas.
En la tarde del sábado se congregaron en torno a veinticinco guerrilleras (y un guerrillero que, por cierto, lo hacía tan bien como el resto de sus compañeras) con las labores hechas en casa, lana de múltiples colores y sus ganchillos y tijeras en las manos dispuestas a colocar las obras que, semanas atrás, habían acordado realizar.
Bolardos en una zona con contenedores, árboles frente a Canalejas, zonas de aparcamiento de bicicletas, papeleras rotas... fueron sus objetivos durante la jornada para, finalmente, acabar decorando las rejas de un patio lleno de preciosas parras que se encuentra prácticamente en estado de abandono tras el antiguo edificio de Bomberos.
La actividad, coordinada por Helena Vicente y amparada por Camon, tuvo una gran acogida por los viandantes, que en ocasiones se quedaban absortos observando la frenética actividad de este grupo tan heterogéneo como alegre. Se podían escuchar halagos de todo tipo, desde la forma tan ágil que tenían para instalar sus tejidos hasta lo precioso que habían dejado ese bolardo tan anodino o lo calentita que iba a pasar la noche el arbolito al que le habían forrado de lana el tronco.
Durante toda la actividad además reinó un ambiente distendido, de cooperación y cordialidad entre el grupo. Da gusto ver lo que es capaz de hacer un grupo de gente comprometida y con ganas de obrar el cambio. ¡Ay si esto se hiciera extensivo a otros ámbitos!. Seguramente no estaríamos en crisis...
El único "pero" a la actividad no lo puso el grupo de activistas. La triste realidad que vivimos es que la gente es incívica e incapaz de respetar lo que otros han hecho con todo su cariño y con mucho esfuerzo: los bolardos no aguantaron forrados más que una noche, al igual que las papeleras. El resto, de momento, aguanta... veremos cuánto tiempo. Un arte efímero, pero arte al fin y al cabo. Alicante quedó más bonita así... y eso cuenta. Mucho.
Os dejamos unas fotos en nuestra galería para que den testimonio de lo que pudimos vivir durante la jornada y el resultado final de las obras de arte de este alegre grupo: